Desocupado
lector: genial descripción del hombre del siglo XXI realizada por Saramago en
su obra “Claraboya”, os recomiendo su reflexión.
“A veces
Emilio pensaba si no se habría vuelto loco, si todo este modo de vivir, estos conflictos,
estas tempestades, esta incomprensión permanente no serían, en definitiva, la consecuencia
de un desequilibrio nervioso. En la calle era, o suponía que era, una criatura normal,
capaz de reír o de sonreír como todo el mundo. Pero le bastaba atravesar el
umbral de la casa para que le cayera encima un peso insoportable. Se sentía
como un hombre a punto de ahogarse, que llena los pulmones no ya del aire que
le permitiría vivir, sino del agua que lo mata. Pensaba que tenía el deber de
declararse satisfecho con lo que la vida le había ofrecido, que otros eran
menos afortunados y vivían contentos. Pero la comparación no le aportaba
tranquilidad. No sabía, lo tenía claro, qué era y dónde estaba lo que le daría
la tranquilidad. Ni siquiera sabía si esa tranquilidad existía en alguna parte.
Lo que sabía, por una experiencia de años, es que él no la tenía. Y también
sabía que la deseaba como el náufrago la tabla, como la simiente el sol.
Estos
pensamientos, mil veces repetidos, lo conducían siempre al mismo punto. Se comparaba
con un animal uncido a una noria, que camina leguas en un círculo estrecho, con
los ojos vendados, sin darse cuenta de por qué pasa por donde ha pasado miles
de veces. No era ese animal, no tenía los ojos cerrados, pero reconocía que el
pensamiento lo llevaba por un camino ya trillado. Saber todo esto era aún peor, porque, siendo hombre,
procedía como irracional. El otro no puede ser censurado por la sumisión al
yugo. Y él, ¿podría ser censurado? ¿Qué fuerza lo amarraba? ¿El hábito, la
cobardía, el temor al sufrimiento ajeno? Pero los hábitos se sustituyen, la
cobardía se domina, el sufrimiento ajeno es, casi siempre, menor del que
tememos. ¿No había probado ya —o lo intentó, por lo menos— que su ausencia
sería olvidada? ¿Por qué se quedaba entonces? ¿Qué fuerza era esa que lo ataba
a aquella casa, a aquella mujer, a aquella criatura? Los lazos que lo ataban,
¿quién los había trenzado?”
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